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Mostrando entradas de enero, 2014

Alejados del mundo

Necesidad, estrechez, carencia de lo necesario para vivir, es como los diccionarios describen a la pobreza. Cuando llegué ayer al hogar de la familia Pianchiche Tapuyo, fue la primera palabra que se me vino a la cabeza.   Lo que al parecer en alguna ocasión fue una casa, ahora es su hogar. La estructura tiene más de 20 años y ahora carece de paredes, sólo un plástico en un costado, y un techo agujereado protegen del sol, el viento y la lluvia a Guacho Pianchiche (42), su esposa Rosa Tapuyo (43) y sus dos hijos de siete y ocho años. Guacho y Rosa son de Esmeraldas, Ecuador, pero hace un año llegaron a vivir a la comuna El Cóngoma, en Santo Domingo de los Tsáchilas. Cuando se acerca el mediodía, Rosa camina descalza hacia la carretera.  Allí espera a que sus niños lleguen de la escuela. Los 10 dólares semanales que gana Guacho como peón de la finca donde viven, no le alcanza para darse "el lujo" de comprar zapatos. Lo que sí tienen ambos son botas de cauc

Viven de la yuca

Si alguien quisiera contactar a José Vargas y Jhonny Jiménez el 24 de enero, seguramente estarán en un solo lugar: sus sembríos de yuca.   El motivo, la luna menguante que habrá ese día. Según ellos, cuando la luna entra en esta fase, es el momento ideal para sembrar yuca. ¿Por qué? Como explicarían "los ancestros" este es un buen periodo para el crecimiento rápido y vigoroso de raíces, porque hay menos rayos lunares, así que las hojas crecen lento y la raíz (yuca) se hace fuerte y vigorosa. "Después de casi nueve meses, que dura el cultivo, la yuca sale bien bonita, gorda y grande", menciona Jiménez, quien se dedica a sembrar, cosechar y vender este producto hace ocho años. Menciona que se hizo yuquero porque este alimento se puede plantar en cualquier época del año. Él lo hace cada mes, y se guía por la luna. De cinco a diez hectáreas cosecha en ese mismo lapso de tiempo (un mes), en su finca ubicada en la vía al Búa, en Santo Domingo de lo

Prostitución bajo el municipio

Sus vestidos ajustados, pequeños y coloridos se confunden entre los trajes formales. El aroma a perfume caro se mezcla con el olor a cabello mojado y a jabón de hotel. Tratan de pasar desapercibidas, pero en los bajos del Municipio de Santo Domingo de los Tsáchilas ya todos las conocen. La parte baja del cabildo es la "oficina" de las casi 60 trabajadoras sexuales, que buscan allí el pan de cada día en el deseo de sus clientes. Ellas pertenecen a la Asociación de Trabajadoras Sexuales Las Barbies, y llevan años ejerciendo la prostitución en ese lugar. Allí, "Jazmín" acude a diario hace ocho años. Lo que ella prefiere resumir con la palabra "problemas" fue lo que la llevó a elegir el oficio de trabajadora sexual. Una empleada municipal pasa junto a "Jazmín". La mira de reojo y acelera el paso. La morena ya está acostumbrada a eso. "Ellos no nos quieren aquí, dicen que damos mal aspecto estando en los bajos de esta inst

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