Al cruzar el portón de la entrada, un “mar” de colores se mueve con el viento.
Hay flores de todo tipo.
A lo lejos, un pato canta. La voz de unos borregos le hacen eco.
Se camina unos metros, y los árboles frutales dan la bienvenida a los visitantes, también una gallina y sus pollitos se alejan temerosos.
No, no es un Jardín del Edén, aunque se le parezca, se trata del ancianato Santa Ana y San Joaquín, en Santo Domingo de los Tsáchilas.
Manos a las que el tiempo ha llenado de arrugas, pero que no ha podido detener, han creado jardines y huertos, han criado animales.
“Venga mi guagua, mi guagüita”, susurra José Yamberla mientras agita sus manos, llamando a “Satélite”.
Ella es la más pequeña de sus borregos. “Todos tienen nombre, Chavelita, Susanita y Panchito”, dice el hombre, que está próximo a cumplir los 80 años.
Desde hace tres años, José vive en el ancianato y es el encargado de criar y cuidar a los cuatro borregos y los chanchos que ahí existen.
Desde hace dos años, Santa Ana y San Joaquín se ha convertido poco a poco en un “Jardín del Edén”, recalca Carmen Elisa Granja, directora de la institución.
La religiosa se llena de orgullo cuando habla de sus abuelitos, y de todo lo que ellos han construido en el ancianato.
“Lo bello de este lugar es que ellos mismos han sembrado todo, crían a los animalitos, les dan de comer. Están en actividad”, cuenta.
Carlos Maya tiene 92 años y tiene ocho en el asilo. Es de Colombia, pero sus días los terminará en Santa Ana y San Joaquín. Eso lo tiene muy claro.
Las flores de la entrada, están allí gracias a él, también unos cuántos árboles del huerto.
El “duro” de las gallinas, patos y cuyes es Pablo Ramos. Cuando vivía en su natal Bolívar era uno de los mejores criadores de animales, dice.
Y de eso no se puede dudar. Sólo basta con mirar a “Gianco”, su gallo preferido para notar lo bien cuidado que está.
Apresurado abre el corral de cuyes para mostrar a sus 24 animales.
“Ya nos comimos 90”, añade.
Porque la cría de animales y los frutos y vegetales del huerto son destinados a la alimentación de los 52 ancianos que están asilados en el lugar.
La directora del ancianato mencionó que las semillas y los animales fueron donados por gente de buen corazón.
La Asociación de ganaderos de Santo Domingo (Asogan) también aporta con 20 litros de leche diaria al ancianato, que recibe todos los días Cerafín Pérez.
El abuelito de 79 años se levanta de madrugada a recoger la leche.
“Este lugar lo cuidan ellos, esto los hace felices”, indica Granja.
Ella comenta que el lugar se mantiene con donaciones y muchas veces éstas no llegan.
Recuerda a la ciudadanía que tienen un bazar con productos que elaboran los ancianitos, y si alguien desea ayudarlos, puede comunicarse a los números 3790533 o al 0992460409.
Gelitza
Esta crónica fue publicada en Diario Centro de Santo Domingo de los Tsáchilas el 25 de agosto del 2013, en su edición impresa, página 3. http://goo.gl/2opKsv
Hay flores de todo tipo.
A lo lejos, un pato canta. La voz de unos borregos le hacen eco.
Se camina unos metros, y los árboles frutales dan la bienvenida a los visitantes, también una gallina y sus pollitos se alejan temerosos.
No, no es un Jardín del Edén, aunque se le parezca, se trata del ancianato Santa Ana y San Joaquín, en Santo Domingo de los Tsáchilas.
Manos a las que el tiempo ha llenado de arrugas, pero que no ha podido detener, han creado jardines y huertos, han criado animales.
“Venga mi guagua, mi guagüita”, susurra José Yamberla mientras agita sus manos, llamando a “Satélite”.
Ella es la más pequeña de sus borregos. “Todos tienen nombre, Chavelita, Susanita y Panchito”, dice el hombre, que está próximo a cumplir los 80 años.
Desde hace tres años, José vive en el ancianato y es el encargado de criar y cuidar a los cuatro borregos y los chanchos que ahí existen.
Desde hace dos años, Santa Ana y San Joaquín se ha convertido poco a poco en un “Jardín del Edén”, recalca Carmen Elisa Granja, directora de la institución.
La religiosa se llena de orgullo cuando habla de sus abuelitos, y de todo lo que ellos han construido en el ancianato.
“Lo bello de este lugar es que ellos mismos han sembrado todo, crían a los animalitos, les dan de comer. Están en actividad”, cuenta.
Carlos Maya tiene 92 años y tiene ocho en el asilo. Es de Colombia, pero sus días los terminará en Santa Ana y San Joaquín. Eso lo tiene muy claro.
Las flores de la entrada, están allí gracias a él, también unos cuántos árboles del huerto.
El “duro” de las gallinas, patos y cuyes es Pablo Ramos. Cuando vivía en su natal Bolívar era uno de los mejores criadores de animales, dice.
Y de eso no se puede dudar. Sólo basta con mirar a “Gianco”, su gallo preferido para notar lo bien cuidado que está.
Apresurado abre el corral de cuyes para mostrar a sus 24 animales.
“Ya nos comimos 90”, añade.
Porque la cría de animales y los frutos y vegetales del huerto son destinados a la alimentación de los 52 ancianos que están asilados en el lugar.
La directora del ancianato mencionó que las semillas y los animales fueron donados por gente de buen corazón.
La Asociación de ganaderos de Santo Domingo (Asogan) también aporta con 20 litros de leche diaria al ancianato, que recibe todos los días Cerafín Pérez.
El abuelito de 79 años se levanta de madrugada a recoger la leche.
“Este lugar lo cuidan ellos, esto los hace felices”, indica Granja.
Ella comenta que el lugar se mantiene con donaciones y muchas veces éstas no llegan.
Recuerda a la ciudadanía que tienen un bazar con productos que elaboran los ancianitos, y si alguien desea ayudarlos, puede comunicarse a los números 3790533 o al 0992460409.
Gelitza
Esta crónica fue publicada en Diario Centro de Santo Domingo de los Tsáchilas el 25 de agosto del 2013, en su edición impresa, página 3. http://goo.gl/2opKsv
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