"¿Cuántos años tiene doña Rosario?”, le pregunto mientras me siento junto a ella.
“150” dice, e inmediatamente gira la cabeza para pronunciar algo en Tsáfiqui (lengua ancestral de la etnia tsáchila), lo único que logro entender es “¡Cecilia!”.
Sale apurada Cecilia Calazacón desde el interior de la casa y corrige: “mi suegra tiene 105 años, aunque en su cédula dice que tiene 84”.
Rosario Aguavil Aguavil, es una de las mujeres más longevas de la comuna Tsáchila Cóngoma.
Ella ya no recuerda el nombre de su esposo, que murió hace algunos años.
Los que sí llegan a su mente son sus cuatro hijos, los que le quedan, de siete que tuvo.
“Casi no los veo, ellos no me vienen a ver”, reclama.
La mujer vive en una casita de madera junto a la vivienda de su hijo Bonifacio, esposo de Cecilia.
Se levanta de donde estamos sentadas, agarra una escoba y camina hacia su casa, donde sólo duerme.
La sigo. Luego me indica que es allí (un corral) donde cría a sus pollitos.
A veces la mente le falla, pero las fuerzas no la abandonan.
Su nuera cuenta que Rosario se ayuda económicamente con la venta de huevos y de sus pollos.
Le pregunto cómo fue su infancia y juventud y saltan en su mente los recuerdos de su padre y hermanos.
“Yo creo que fuimos cinco hermanos, pero ya no queda ni uno. Yo estoy solita botada”, menciona.
También recuerda cuando se comprometió con el papá de sus hijos, a la edad de 15 años.
Rosario calla y se lleva las manos al rostro.
“Tiene fiebre”, dice Cecilia. Es hora de que vaya a descansar.
La familia de Rosario vive en otros sectores. De los más de 20 nietos que tiene, sólo convive con dos.
Dice tener bisnietos, pero no los conoce.
A un kilómetro de distancia de la casa de Rosario, los familiares de Juan Gende lloran su muerte.
Él era el mayor de la familia y la persona con más edad en la nacionalidad.
El hombre extendió su vida hasta los 124 años, que es la edad que decía tener, aunque su cédula refleja otra cosa.
“Juanito” murió el domingo 29 de septiembre del 2013 a causa de su avanzada edad.
Él era el último Cháman Sacha, mencionó su hijo Milton Gende.
Su hija mayor, Juana, comentó que en su familia, era normal que las personas vivieran más de 100 años.
Su abuela, y mamá de Juan, murió cuando tenía 133.
“Mi papá era un hombre bueno, y él se ha ido físicamente, pero no dejaremos que muera su recuerdo. Antes de irse nos aconsejó a que estemos unidos como hermanos”, indica la mujer.
Juan tuvo 11 hijos, de los cuales están vivos ocho.
Su sepelio, que inicialmente iba a ser ayer, se extendió hasta hoy, debido a que muchas personas pidieron a sus familiares despedirse de él.
Juan fue sepultado a las 12h00 del miércoles 2 de octubre de ese año en el cementerio Tsáchila en el recinto San Miguel.
Se dedicaba al chamanismo y era reconocido en otras ciudades, e incluso, fuera del país.
“150” dice, e inmediatamente gira la cabeza para pronunciar algo en Tsáfiqui (lengua ancestral de la etnia tsáchila), lo único que logro entender es “¡Cecilia!”.
Sale apurada Cecilia Calazacón desde el interior de la casa y corrige: “mi suegra tiene 105 años, aunque en su cédula dice que tiene 84”.
Rosario Aguavil Aguavil, es una de las mujeres más longevas de la comuna Tsáchila Cóngoma.
Ella ya no recuerda el nombre de su esposo, que murió hace algunos años.
Los que sí llegan a su mente son sus cuatro hijos, los que le quedan, de siete que tuvo.
“Casi no los veo, ellos no me vienen a ver”, reclama.
La mujer vive en una casita de madera junto a la vivienda de su hijo Bonifacio, esposo de Cecilia.
Se levanta de donde estamos sentadas, agarra una escoba y camina hacia su casa, donde sólo duerme.
La sigo. Luego me indica que es allí (un corral) donde cría a sus pollitos.
A veces la mente le falla, pero las fuerzas no la abandonan.
Su nuera cuenta que Rosario se ayuda económicamente con la venta de huevos y de sus pollos.
Le pregunto cómo fue su infancia y juventud y saltan en su mente los recuerdos de su padre y hermanos.
“Yo creo que fuimos cinco hermanos, pero ya no queda ni uno. Yo estoy solita botada”, menciona.
También recuerda cuando se comprometió con el papá de sus hijos, a la edad de 15 años.
Rosario calla y se lleva las manos al rostro.
“Tiene fiebre”, dice Cecilia. Es hora de que vaya a descansar.
La familia de Rosario vive en otros sectores. De los más de 20 nietos que tiene, sólo convive con dos.
Dice tener bisnietos, pero no los conoce.
A un kilómetro de distancia de la casa de Rosario, los familiares de Juan Gende lloran su muerte.
Él era el mayor de la familia y la persona con más edad en la nacionalidad.
El hombre extendió su vida hasta los 124 años, que es la edad que decía tener, aunque su cédula refleja otra cosa.
“Juanito” murió el domingo 29 de septiembre del 2013 a causa de su avanzada edad.
Él era el último Cháman Sacha, mencionó su hijo Milton Gende.
Su hija mayor, Juana, comentó que en su familia, era normal que las personas vivieran más de 100 años.
Su abuela, y mamá de Juan, murió cuando tenía 133.
“Mi papá era un hombre bueno, y él se ha ido físicamente, pero no dejaremos que muera su recuerdo. Antes de irse nos aconsejó a que estemos unidos como hermanos”, indica la mujer.
Juan tuvo 11 hijos, de los cuales están vivos ocho.
Su sepelio, que inicialmente iba a ser ayer, se extendió hasta hoy, debido a que muchas personas pidieron a sus familiares despedirse de él.
Juan fue sepultado a las 12h00 del miércoles 2 de octubre de ese año en el cementerio Tsáchila en el recinto San Miguel.
Se dedicaba al chamanismo y era reconocido en otras ciudades, e incluso, fuera del país.
(Esta crónica fue publicada el 2 de octubre del 2013 en Diario Centro www.diariocentro.ec)
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