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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Maradora es un espejo

El primer recuerdo que tengo de Maradona es gracias a mi papá. Era una niña, 5-6 años, quizá. Don Robles me hizo odiarlos, a Maradona y al fútbol al mismo tiempo. Un odio infantil. En casa, había tres momentos en los que nadie comía o tenía un momento de calma: cuando jugaba Liga de Portoviejo, Barcelona o Maradona. Maradona como equipo, porque nadie decía ‘Argentina’, ‘Boca’, no... Todos decían o gritaban, más bien: “va a jugar Maradona”.  Ni siquiera hay que ponerle el Diego Armando antes. Lo de Liga de Portoviejo lo entendía. Mi papá fue jugador de ese equipo de la ciudad donde nací. Recuerdo que me disfrazaba con aquel uniforme verde y blanco y me llevaba al estadio. Lo de Barcelona, bueno, aún trato de entenderlo. Pero Maradona. ¡Maradona! Un jugador de Argentina, un país del cual lo único que sabía yo, en ese entonces, era eso, que de allí era Maradora. El ritual era el mismo. Don Robles se paraba frente al enorme televisor Panasonic de doble perilla. Le daba vuelta a una de

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