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Mostrando entradas de 2021

Por la boca 'murió' Andrés

Alguna vez, mi mamá, en la infinita sabiduría de las madres -que no entendemos hasta que somos mayores-, me dijo que cuando no sepa de algo, me ‘quede quedito’, escuche y no discuta. Me obstinaba por jugar alrededor de la cocina porque, como nunca me pasaba nada, le discutía que exageraba, que no tenía razón, que quería estar cerca de ella. Hasta que pasó. Una olla con agua caliente cayó hasta donde yo estaba y me quemó el antebrazo derecho. Y, siento yo, que una olla con agua caliente le cayó encima a Andrés Pellacini. Esa olla de agua caliente se llama periodismo. El actor emitió un mensaje violento, misógino, que sugería la muerte para las feministas y que, la violación de una mujer dependía de su ropa, con una necedad e ignorancia que se mezcla con maldad. Quizá Andrés no lo sepa, pero no hay nada más peligroso que la ignorancia. El pez muere por la boca y por su propia boca ‘murió’ Andrés. Luego del asco que me dio, como mujer feminista, lo que vi y escuché, volví a la realid

La vida después de la muerte

  “Mi papá falleció y hasta esta hora no lo recoge Medicina Legal”, me escribió Clarissa Tumbaco, por WhatsApp, a las 18:30 del 23 de marzo de 2020. En la redacción del periódico estábamos todos en modo teletrabajo, pero cuando me llegaba una notificación —por ese tiempo taladraban mi celular con novedades respecto al nuevo coronavirus— me preguntaba si podría llegar en mi bicicleta. Tomás Tumbaco murió durante las primeras horas de ese día, encima de un colchón verde adornado con flores azules. Era la segunda alerta que recibía sobre la tardanza en la recolección de cadáveres durante la pandemia en Guayaquil. La primera fue el 19 de marzo y se trataba de una mujer fallecida en Sauces 2, en el norte de la ciudad, también con presunción de covid-19. Ese día el levantamiento tardó más de doce horas. El cuerpo de Tomás estaba en Las Orquídeas, también en el norte de Guayaquil y, según Google Maps, si me hubiera aventurado a pedalear hasta allá desde mi casa, en Urdesa, tardaría una hora c

16A: Manabí es mi Giancaldo

He  visto Cinema Paradiso al menos 50 veces. Las lágrimas brotaban siempre en la misma escena: la final, en la que Alfredo cumple su palabra y le entrega a Salvatore los retazos de películas que cortaba para censurarlas, a pedido de la Iglesia, y que le prometió cuando era niño. Nunca la había visto un 16 de abril, fecha que tambalea el corazón de una manabita como yo, que desde hace 10 años vive fuera de la provincia. Cinema Paradiso -para ponerlos en contexto- narra la historia de un niño llamado Salvatore que, a causa de su amor por el cine Paraíso (cinema Paradiso), se hace amigo de Alfredo, el proyeccionista del lugar. Alfredo se convierte en su figura paterna y le enseña todo lo que sabe. Es una trama bellísima que se asienta en el amor por el cine, el apego a las raíces, el volar del nido… y no contaré más, para quien no la haya visto. En fin, esta vez, el llanto empezó a brotar desde los primeros minutos del filme italiano de Giuseppe Tornatore que, entre otras cosas, ganó el O

Una App mejor que Tinder

Lo hice, descargué Tinder. La verdad, más por la curiosidad de ver cómo era esta dinámica social que había fustigado durante años. Ya saben, por eso de no juzgar lo que no se conoce. Una noche con dos amigos, uno gay y otra mujer heterosexual, me animaron a descargar la aplicación y ver 'qué hay por ahí'. Bueno, pensé. No pierdo nada. Llevo muchos meses soltera, con mi última relación (terriblemente conflictiva) ya superada y disfrutando de mi compañía. Estoy tranquila y feliz. No tener una relación no es un issue, pero tampoco le hago apología a la soledad.  Es decir, si llega eso que la gente llama 'amor', seguramente no le voy a cerrar la puerta en la cara. Ojo, lo que yo defino como amor, no a la parafernalia esa con síndrome de rotulador que te ata a convencionalismos que coartan libertades. O sea, alguien bacán con quien fluya la risa, la comodidad, el vino, las sensaciones, el sexo, hasta el silencio, a quien nadie le para bola, pero qué importante es respetar el

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