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Por la boca 'murió' Andrés

Alguna vez, mi mamá, en la infinita sabiduría de las madres -que no entendemos hasta que somos mayores-, me dijo que cuando no sepa de algo, me ‘quede quedito’, escuche y no discuta. Me obstinaba por jugar alrededor de la cocina porque, como nunca me pasaba nada, le discutía que exageraba, que no tenía razón, que quería estar cerca de ella. Hasta que pasó. Una olla con agua caliente cayó hasta donde yo estaba y me quemó el antebrazo derecho.

Y, siento yo, que una olla con agua caliente le cayó encima a Andrés Pellacini. Esa olla de agua caliente se llama periodismo. El actor emitió un mensaje violento, misógino, que sugería la muerte para las feministas y que, la violación de una mujer dependía de su ropa, con una necedad e ignorancia que se mezcla con maldad. Quizá Andrés no lo sepa, pero no hay nada más peligroso que la ignorancia.

El pez muere por la boca y por su propia boca ‘murió’ Andrés. Luego del asco que me dio, como mujer feminista, lo que vi y escuché, volví a la realidad de la sala de redacción donde trabajo. Este no es solo el tema de un actor que se hace el gracioso haciendo apología al femicidio. Este es un tema para hacer periodismo. Como Pellacini hay muchas personas, hombres y mujeres. Todos los que nacimos y nos criamos en una sociedad machista hemos sido Andrés. Pero unos cuantos nos hemos ido quitando el lodo del machismo con el que crecimos. Andrés tiene lodo hasta en las orejas, que no lo deja escuchar y no tiene la intención de bañarse.

Los mensajes de odio no son sinónimos de libertad de expresión, repetían en Twitter varias activistas para criticar a los medios de comunicación que buscamos al actor para entrevistarlo. Y sí, los mensajes de odio no son libertad de expresión, pero hacer periodismo es más que quitarle un micrófono a un violento. Bajo esa premisa, no tendríamos el registro histórico y periodístico de Francisco Febres Cordero, quien entrevistó a Daniel Camargo Barbosa, uno de los violadores y asesinos de niñas más miserables de nuestra región. No se visibilizaría la crueldad y la ignorancia, para así, cambiarla.

Por la boca muere Andrés. Basta con ver la entrevista que Andersson Boscán y Mónica Velásquez le hicieron en el medio digital La Posta, o cómo Diario EXTRA buscó su versión para notar que no tiene convicción sobre lo que ‘defiende’. El periodismo no es una caja de resonancia, ni juez. El periodismo es contraste, evidencia y dejar registros.

Boscán, a quien solo le faltó sacar plastilina para hacerle entender que lo que dijo es un mensaje violento y peligrosísimo, le pregunta a Andrés que si conoce qué significa la misoginia, luego de que él dijera que lo habían acusado de misógino. -Andrés, ¿Sabes lo que es la misoginia?, le pregunta Andersson. No responde. Y no responde porque no sabe. Andrés tampoco sabe lo que es el feminismo, no sabe que está mal hablar de cómo se viste una mujer. Andrés somos muchos. Me incluyo porque de eso se trata, de aprender.

Aristóteles dijo que el ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona. Andrés afirmó en todas las entrevistas que ha dado lo que predica. Está convencido. Y, como también dijo Benjamin Disraeli, darse cuenta de que se es ignorante es un gran paso hacia el saber. Lo que nos deja de lección el periodismo y que este tipo de situaciones se expongan es que, como dijo mi mamá, cuando no estás seguro de algo, es mejor ‘quedarse quedito’, escuchar y aprender.

No, Andrés, lo tuyo no es humor negro. Lo tuyo es un mensaje que, sin mayor información -o vacuna- se va a reproducir como un virus. Un mensaje que, sin la ayuda de un pensamiento feminista, lo va a escuchar alguien que se va a sentir en la libertad de golpear, maltratar, insultar, matar a una mujer solo por gritar por sus derechos o querer tener voluntad. Un mensaje que, sin información, le va a permitir a cualquier indolente irrespetarnos por el simple hecho de cómo nos vemos. Mónica Velásquez, a sus 15 años, lo sintió. Un aplauso de pie para ella por hacer periodismo y, de paso, darte una bofetada con guante blanco que, ojalá, te ayude a quitarle el lodo de los oídos.

Lo único que puede pasar, Andrés, si te informas, es que aprendas, seas empático, aprendas de tus errores y te conviertas en mejor persona. Ganas tú y ganamos todos.



Gelitza Robles

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