...Aparecen ya los primeros celestes de un día que quiere despertar, disfrazados de violetas y blancos que se confunden con el negro azulado de una noche que bosteza. Es otra madrugada que se pasa fugaz e insomnia; ya quisiera yo que el día le cediera unas cuantas horas al ocaso.
Si fue el exceso de café o la falta de inspiración la culpable, ya no tenía tiempo de dictar sentencia, al menos había terminado la crónica que será la portada del periódico. No hay nada más tedioso que escribir sobre un particular impuesto cuando tus ideas y tu mente quieren parir letras de experiencias y sabores que has degustado en días encantados, y nada más irónico que te paguen por algo que te causa placer.
Aunque las obligaciones siempre le quitan lo placentero a todo, incluso a la escritura... al sexo, que es lo más deleitoso que se me ocurre en este momento.
Un periodista es como una puta, que espera en un cuarto para fingir amor, compañía a un desconocido que le dará de comer. Acá es lo mismo, tú frente al computador, queriendo llenar las páginas de un rotativo con historias de fantasía, lujuria, deseos escondidos, queriendo decirle al mundo que todo está perfecto. Pero te debes a los lectores, eres ellos, lo que desean saber, o no saber.
Por eso he optado por escribir de detalles, de circunstancias, de la vida que pasa desapercibida. Nunca me ha gustado ese "tienes que".
Las ganas de escribir es algo que llega, y cuando lo hace, te corta las intenciones de continuar con cualquier otra cosa que estés haciendo, porque las ideas anquilosan la rotación de la tierra y envuelven tus manos y tus ojos. Las manos codifican y los ojos inspeccionan los códigos, para que éstos den fe de las ideas concebidas...
Gelitza
Si fue el exceso de café o la falta de inspiración la culpable, ya no tenía tiempo de dictar sentencia, al menos había terminado la crónica que será la portada del periódico. No hay nada más tedioso que escribir sobre un particular impuesto cuando tus ideas y tu mente quieren parir letras de experiencias y sabores que has degustado en días encantados, y nada más irónico que te paguen por algo que te causa placer.
Aunque las obligaciones siempre le quitan lo placentero a todo, incluso a la escritura... al sexo, que es lo más deleitoso que se me ocurre en este momento.
Un periodista es como una puta, que espera en un cuarto para fingir amor, compañía a un desconocido que le dará de comer. Acá es lo mismo, tú frente al computador, queriendo llenar las páginas de un rotativo con historias de fantasía, lujuria, deseos escondidos, queriendo decirle al mundo que todo está perfecto. Pero te debes a los lectores, eres ellos, lo que desean saber, o no saber.
Por eso he optado por escribir de detalles, de circunstancias, de la vida que pasa desapercibida. Nunca me ha gustado ese "tienes que".
Las ganas de escribir es algo que llega, y cuando lo hace, te corta las intenciones de continuar con cualquier otra cosa que estés haciendo, porque las ideas anquilosan la rotación de la tierra y envuelven tus manos y tus ojos. Las manos codifican y los ojos inspeccionan los códigos, para que éstos den fe de las ideas concebidas...
Gelitza
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