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Encontró mojigatería en el porno

El largo flirteo que desembocaba en sexo le resultaba tedioso. Quería eludir las cursilerías que muchas veces terminaban en encuentros poco satisfactorios y correr desbocada hacia el placer. El voraz deseo sexual de Alejandra Omaña la motivó a saltar un abismo lleno de prejuicios. En un lado estaba su profesión como periodista, y del otro, su anhelo por convertirse en actriz pornográfica. 

La reportera colombiana veía en la industria para adultos una entrada directa y segura a orgasmos múltiples, hombres bien dotados, mujeres derrochando líbido y sobre todo, cumplir las fantasías eróticas que bullían en su cabeza. Y lo mejor es que le pagaran por ello. 

Ser una estrella porno era algo que siempre atizó el fuego de su cuerpo hipersexual, incluso desde antes de profesionalizarse en el periodismo. Sin embargo, la puerta del cine triple X que la llevaría a disfrutar de tríos, orgías, lésbicos y gang-bangs, se le cerró de golpe en la cara a la también escritora que, para convertirse en intérprete erótica, se autobautizó como Amaranta Hank. 

"Me encontré con mucha mojigatería dentro del porno", suspira, y recuerda cómo su representante le pinchó su burbuja de fantasías, que empezó a crecer luego de enero de 2017, cuando se estrenó en la industria para adultos personificando a una monja que se masturbaba durante 14 minutos. 

Cada gemido que emitía, enfundada en un hábito café, iba borrando la imagen de autora de textos afilados que sus lectores tenían de ella. Sus manos recorrían su piel como un borrador sobre una pizarra donde estaba escrita su reputación como periodista. Así fue su primer vídeo porno, que no solo escandalizó a su país porque la protagonista era una reportera incisiva y polémica, por destapar los crímenes que ocurrían en la frontera con Venezuela, sino por combinar sexo y religión. 

Cuando la emoción del estreno se iba disipando y Amaranta estaba lista para grabar algo más atrevido con dos, tres, cuatro personas al mismo tiempo, su manager enfrió su calentura al decirle que si quería triunfar y mantenerse en la industria, no debía ‘entregar’ todo de una, o sea, grabar con otras personas y mucho menos, sexo grupal. Así que nada de pensar aún en sexo ‘trasero’, doble o triple penetración. 

Tenía que ir pausada y ‘subir niveles’, como en cualquier otra profesión.  Lo primero  era dedicarse a hacer shows eróticos por webcam, pues esto la convertiría en un símbolo sexual, en la idolatría de quienes la miraban tocarse sus enormes senos naturales o regalarse clímax con juguetes eróticos.

Aunque desde el estreno de su primer filme no volvió a publicar una película pornográfica en un año, su ‘conversión’ fue un escándalo que escribió un sinnúmero de titulares en los medios de comunicación no solo de Colombia, sino a nivel internacional, con la premisa: "Periodista se convierte en actriz porno". E incluso, muchos buscaban una respuesta que no fuera tan obvia con respecto a su decisión de cambiar las letras por el sexo. 

Sin embargo, para Alejandra era sencillo: es hipersexual y tiene un líbido casi insaciable. A eso se añade que es pansexual, "o sea que tengo sexo con panes", bromea antes de resumir que esto significa sentir atracción sentimental o sexual hacia otras personas independientemente del género. 

La idea de grabarse teniendo sexo la tuvo desde que perdió la virginidad a los 13 años y poco a poco iba notando que su hambre de placer era incontrolable. No se hizo actriz porno para ser famosa, asegura, porque ese objetivo lo quería alcanzar como escritora, aunque ella misma tuviera que filtrar "por accidente" un vídeo a lo Kim Kardashian, confiesa con una carcajada que se estrella contra las paredes blancas de su habitación, en Medellín, más acostumbradas a la música de sus orgasmos. 

Es allí donde trabaja. Su dormitorio de un modesto apartamento ubicado a 20 minutos del centro de la capital de Antioquia es su ‘oficina’. Tiene dos computadoras, una para magrearse frente a los consumidores pornográficos que pagan una suscripción para ver sus shows de webcam; y la otra, para escribir de vez en cuando, aunque lamenta que esos intervalos se hayan alargado. 

Por eso muchos de sus seguidores en las redes sociales la llaman la ‘pornstar inteligente’, aunque ella a eso no le presta mucha atención porque no cree en el matiz que se les da a las mujeres que se dedican a esta industria. "La gente siempre te va a juzgar", suspira porque antes de ser señalada por mostrar sus partes íntimas por internet, muchos dedos la apuntaron con aversión cuando solo era la periodista y escritora que soñaba con ganar un Nobel de Literatura. 

ANTES DEL PORNO:  MUERTE Y MISERIA 
De su tierra Villa Del Rosario, en Cúcuta, ubicada en la frontera con Venezuela, tuvo que salir a punta de amenazas luego de que publicara su primer libro ‘Relatos de frontera’, en donde revelaba los crímenes que ocurrían en su vecindario a causa del contrabando y el narcotráfico. 

Allí el ambiente olía a sangre combinada con pólvora y la penuria que, asegura, le tocó vivir por culpa de la desidia, acentuaban los cuadros depresivos que aún la persiguen por culpa de un desorden que padece, y que de no ser por la literatura la hubiesen sumergido en un hoyo más profundo. Su niñez se salpicó de rojo por el sicariato. 

Muchas veces fue espectadora de crímenes a través de su ventana de adobe, como si fuera una película de terror. Es una etapa que recuerda con tristeza y desesperación porque la pobreza era un miembro más de su familia, de la cual está separada por un abismo que se profundizó por su nuevo trabajo. Casi puede percibir el petricor que en ese entonces olía a pena. 

La lluvia bombardeaba las tejas destartaladas de su casa y el miedo de que el techo se le cayera encima hacía que saltara de la cama en la penumbra de la madrugada. A ciegas tanteaba el camino hacia la sala y se quedaba parada en la mitad de la miseria que se escurría por las goteras que poblaban el techo. "Adentro llovía más que afuera", susurra Alejandra, que se despoja de Amaranta para recordar su adolescencia, donde se abrió el camino que la condujo a la literatura y donde se sembró el concepto de su primer vídeo.

Tenía 13 años y la muerte de su padre la desvinculó de golpe de la religión. Era catequista y creía en la resurrección, algo que nunca llegó a la tumba de Orlando Omaña. "Mi papá era un tipo tosco, particularmente frío, como el papá de (Charles) Bukowski, pero teníamos cercanía porque me parecía a él", compara a su progenitor con el del escritor alemán, cuyo seudónimo Hank usó para componer su nombre pornográfico. 

Era su forma de homenajear a quien escribió los libros que la salvaron de la depresión. Amaranta lo sacó del un personaje de Cien años de soledad, de su coterráneo Gabriel García Márquez, porque al igual que ella, es reacia al amor, a pesar de que se enamora "todos los días". Es justo eso una de las pocas cosas que extraña antes de convertirse en actriz porno. 

La mayoría de los hombres fantasea con su voluptuosidad, pero pocos se atreven a ir más allá. "Es difícil tener una pareja sexual o incluso, un amigo", se desinfla resignada. Sin embargo, la pornografía le sabe a libertad y aunque sus editores le vaticinaron el fin de su carrera literaria quiere contar en un libro cómo ha sido su camino por el erotismo. Desea que sus letras griten lo que siente en cada orgasmo que le regala a una cámara. O cómo con cada prenda que cae al piso, también se desprenden de su alma las cadenas que ha arrastrado desde que recorría las calles de Villa del Rosario.  

Gelitza 



Sobre ella
*Alejandra llegó a tener una biblioteca de más de mil libros, pero ahora prefiere leerlos en aparatos digitales. *Antes de hacer shows con alguien más debe tomar medicamentos porque es alérgica al sudor.   
*El 20 de noviembre, Amaranta grabó su segunda película pornográfica con el actor español Nacho Vidal. Fue en Colombia, antes de partir a Europa, donde también rodaría más filmes eróticos, que incluyen lésbicos. Ignacio Jordá González, como es su verdadero nombre, confesó que quedó fascinado con la colombiana luego del estreno de su primera cinta.   
*Amaranta ‘premió’ a un adolescente quitándole la virginidad, vídeo que se filtró en redes sociales.  
* Hizo fotos desnuda por amor al Cúcuta Alejandra Omaña nació en Cúcuta y empezó a escribir como periodista de la revista Soho. Fue en ese mismo medio de comunicación que realizó una sesión de fotos desnuda porque prometió que las haría si el Deportivo Cúcuta, su equipo de fútbol favorito, ascendía a la serie A. 
*Soho también estuvo detrás del lanzamiento de su primer vídeo pornográfico, estrenado hace un año. 
*Fue gestora cultural, y actualmente vive en Medellín.  

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