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Chongos se apagaron en Buena Fe

El fuerte olor a orina fermentada por el licor empezó a disiparse de la calle Miguel Méndez y sus intersecciones, desde el  2 de diciembre. Aquel viernes de 2016 murió la diversión carnal para los adultos buenafecinos. Los borrachitos que salían de los prostíbulos, ubicados en esa zona residencial de Buena Fe, bañaban las paredes con la fetidez que, para el último viernes de enero, había desaparecido. 

A más de tres meses de la clausura de los seis nights clubs que quedaban en el centro de este cantón de la provincia de Los Ríos, el choque de las gotas de lluvia contra el pavimento levantaban un fresco vaho mohoso de la tierra mojada. La quietud había vuelto con el cierre de los lupanares. 

‘Mariela’ empinaba su nariz para disfrutar de la humedad. Ya no temía chocarse contra el tufo de vómito seco, de cigarrillo, o de la cerveza regada que dejaban los fiesteros más porfiados en su portal esquinero. Allí llegaban a ‘rematar’ cuando les cerraban los chongos y eso la obligó a invertir en un cerramiento. 

Su tienda está cerca de dos de los locales cerrados por una ordenanza municipal aprobada en diciembre de 2015, que les prohíbe trabajar en zonas pobladas y que debió ejecutarse en ese tiempo, pero se hizo oficial en 2016. La garúa nocturna que empapaba a la Miguel Méndez la teñía de lobreguez. 

A las 20:00 ya no había nadie en la calle. John Bone imagina que es la poca costumbre de un sosiego casi sepulcral, que  sucumbía ante el placer de paga que reinó allí por más de 40 años. "Un viernes por la noche, esto era full fiesta, full gente", recuerda el joven, de 23 años, cuya casa está justo frente a un burdel que tiene atravesado el sello de clausura en el ingreso. 

A unos metros de allí, y mientras John recordaba la algarabía atenuada por el veto, había una puerta abierta de par en par, de la que salía el son pegajoso del grupo Galé. La sufrida letra "regresa pronto, por favor, pronto" se interrumpía con la disonancia estridente de un viejo parlante. La salsa y una botellita de puro acompañan el juego de billar de quienes, hasta el año pasado, eran clientes fijos del burdel más antiguo de esta localidad subtropical. 

El negocio ofrecía las caricias de 25 prostitutas desde las diez de la mañana, pero a las ocho ya había gente afuera, calculaba con algo de nostalgia su administrador, que miraba de lejos la partida sobre el paño. Pidió que bajaran el volumen al amplificador, que parecía estar a punto de estallar, para explicar la incertidumbre que lo aqueja a él y a los otros comerciantes del placer. 

En cuanto ellos recibieron la notificación de que tenían que reubicar sus establecimientos en las afueras de la ciudad, no se opusieron, siempre y cuando recibieran ayuda para el traslado, "porque es verdad que estamos en el perímetro urbano". Una promesa los alegró en ese entonces. 

Si ellos presentaban en la Alcaldía las escrituras de terrenos para levantar los nuevos prostíbulos lejos de las familias, las escuelas o las iglesias, les permitirían, a partir de diciembre pasado, seguir ofreciendo sexo de alquiler por seis meses más. Consiguieron, entre los seis propietarios y administradores, 52 mil dólares para la compra de cuatro hectáreas de terreno en la entrada al recinto Alegría del Congo, zona periférica entre Buena Fe y Quevedo, y con los papeles en mano volvieron donde el alcalde, pero la clausura fue inaplazable. 

"Ahora estamos endeudados y sin poder trabajar", dice levantando los hombros y ahora rodeado de los jugadores de billar, que dejaron los tacos sobre las mesas para escucharlo en silencio. Solo de uno de ellos, cuya voz se deformaba por el trago, lo interrumpió para presagiar que por el cierre de los chongos, aumentarían los abusos y las enfermedades venéreas. "Eso júrelo, hace dos meses que la gente no se ocupa. Uno se desespera", balbucea tambaleante. 

El lugar más cercano que tienen los buenafecinos para encontrar prostitutas ‘en regla’ es en Quevedo, a 20 minutos en carro del centro de Buena Fe. Otra opción son las meretrices que pasean sus encantos en las gasolineras de las carreteras que conducen a Quevedo y Santo Domingo, a las que llaman ‘Traileras’, porque su ‘especialidad’ son los conductores de vehículos pesados y solo laboran por las noches.

"Hay otras que ahora están en el Parque Central, andan regadas. Nosotros hacíamos una labor social porque solo aceptábamos prostitutas con papeles al día", retomó la conversación el administrador, mientras el borrachito asiente con la cabeza y otra vez pregona que si no se abren los locales esto será puro "sífilis y gonorrea". 

Solo el chongo más antiguo atendía de 600 a 700 clientes semanales y vendía más de 120 jabas de cerveza los fines de semana y, aunque pasaron más de dos meses de su cierre, el administrador se sigue chocando, cuando se da las vueltas por el local, con hombres que añoran que la disposición haya caducado. Pese a que en el burdel de Ramón Bravo solo tres chicas satisfacían el deseo en el recinto Fumisa, los ingresos del negocio ayudaban al tratamiento de su enfermedad y la convalecencia de su hermano Anelio. 

El 75 por ciento de discapacidad física que padece a causa de la diabetes ha pausado sus movimientos, además de eliminar de su memoria el recuerdo de su edad. Masculla el nombre de ‘Bienvenidos’, la casa de citas que alquilaba en esa zona rural de Buena Fe y que también fue cerrada por la ordenanza. 

No entiende por qué la disposición lo alcanzó a él, si dice que su chongo está en las proximidades de la ciudad y era lo que pagaba sus medicamentos y los de Anelio, que para acrecentar sus propios males, permanece en estado vegetal tras caer desde un tercer piso. 

La mirada de ambos se pierde en el desasosiego. Al parecer, solo les queda esperar para construir los nuevos locales, la venta de las estructuras añejas, en cuyas entradas aún se advierte con grafitis y carteles desgastados que "sin cédula no se ingresa". Ruegan porque alguien se interese en aquellas paredes que transpiraron erotismo, donde se caló durante años el almizcle del deseo que, como la tierra mojada, se evapora con el tiempo.

Gelitza 

Esta crónica fue publicada en la edición impresa y digital de Diario EXTRA de Ecuador en marzo de 2016. www.extra.ec
Lea la segunda entrega. http://gelitzarobles.blogspot.com/2017/08/sexo-sudor-y-traileres.html
Fotorecreación: Diario EXTRA

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