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Incesto, amenaza silenciosa

La casa grisácea se pierde entre la vegetación de la parroquia rural del cantón Atahualpa. Esas paredes de bloques encerraron durante años un supuesto caso de incesto que horrorizó a aquel pueblo de El Oro.

El rumor de que Roberto (nombre ficticio), de 56 años, mantenía relaciones sexuales con sus hijas —desde que eran menores de edad— y quedaron embarazadas de él, empezó hace más de 10 años.

Sin embargo, no fue sino hasta el pasado 8 de julio de 2018, cuando un grupo de policías lo interceptó en el patio de esa vivienda, que él habría confesado que, además, presuntamente hizo lo mismo con una de sus nietas de 14 años —que tuvo con una de sus hijas—, hacía casi un año. Ella también quedó encinta.

Si una profesora no se hubiera dado cuenta de que todo esto ocurría, y no lo hubiera denunciado, él continuaría viviendo en aquella casa, junto a su esposa, hijos, los cinco hijos-nietos que al parecer tuvo con sus parientes y su bisnieto-hijo.

“La familia se quedaba callada, no trataba de denunciar”, recuerda el presidente de la Junta Parroquial donde residen. Pero, ¿cómo algo que está tipificado como un delito en el Código Orgánico Integral Penal (COIP) pudo pasar durante tantos años?

Paola Andrade, fundadora de la organización Ecuador dice no más, que lucha contra el abuso sexual infantil en el país, lo sabe a la perfección porque también fue víctima de abuso sexual e incesto.

También calló y hasta ‘normalizó’ la violación que padeció dentro de su propia casa. “Aunque yo años después me rebelé de mi abusador, yo lo seguía viendo en las reuniones familiares, las Navidades...”, confiesa.

Prefiere usar las cifras oficiales para explicar el tamaño de lo que ella define como una “monstruosidad que ocurre en todas las clases sociales”.

Según un censo realizado en 2011 por el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censo (INEC), 1 de cada 4 mujeres, y 1 de cada 6 hombres son abusados sexualmente antes de cumplir la mayoría de edad. Aproximadamente el 65 por ciento de los casos son ejecutados por un familiar o persona cercana.

Lo más alarmante, según Paola, es que además de cometerse el delito, solo del 6 al 12 por ciento de los casos se exponen, en su mayoría, cuando la víctima sufre daños imposibles de ocultar.

Desde el 2009

Fue así como se descubrió el caso de la familia de Roberto, quien actualmente está detenido con llamamiento a juicio por el delito de violación a una de sus hijas y espera la audiencia de juzgamiento, indicó el fiscal Wilson Cuenca, que lleva el caso.

Según el proceso, que reposa en la Fiscalía del cantón Pasaje, Roberto presuntamente empezó a mantener relaciones sexuales con una de sus hijas en 2009 en el sector de Pejeyacu, donde residían en ese entonces. Ella tenía 11 años.

Una docente de la menor de edad lo notó y notificó a las autoridades. “La denuncia la puso el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), (quienes) acuden al Centro de Protección para Niños y Adolescentes del cantón Pasaje”, detalló el fiscal, quien reiteró que no fueron los parientes los que lo acusaron.

La boleta de captura fue emitida en 2011, cuando ella tenía 14 años. En su declaración, la muchacha habría manifestado que todo empezó cuando supuestamente su padre le pidió que se despojara de la ropa en un potrero. El hombre habría huido al Oriente.

Según sus vecinos en Atahualpa, el hombre regresó al lugar hace aproximadamente dos años, y el pasado 8 de julio fue detenido luego de que los agentes le siguieran los pasos.

“A más de ese hecho, presuntamente habría cometido delitos de violación en contra de sus otras hijas, e inclusive en contra de su propia nieta, que es hija de su hija y que actualmente tiene 14 años y tendría ocho meses de embarazo de su propio abuelo”, informó aquel día el coronel Francisco Aguilar, jefe de Policía del Distrito Machala.

Cuenca insistió en que fue la “Policía la que puso en conocimiento de la Fiscalía (de los nuevos casos de incesto con sus otras hijas y nieta), no la familia ni la esposa del procesado”.

¿Por qué no se denuncia?

Para Paola, y de acuerdo con los datos recogidos por su organización, el hecho de que los allegados y la propia víctima callen en este tipo de casos se debe a la ‘normalización’ de estos actos, motivados principalmente, por la falta de educación e información. “Que la víctima no quiera denunciar a su victimario muestra el horror de este delito”, indica.

Otro aspecto que interviene en este silencio es el “desbalance de poder”, precisa, en el que aparecen el género y la dependencia económica. “No denuncian porque se quedan sin sustento”, ejemplifica la activista que, junto al Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef), elaboró unas Súper reglas para evitar el abuso infantil y que se difundieron en 12 mil escuelas a nivel nacional.

Una vecina de la parroquia de Atahualpa estuvo presente en una campaña antiabuso que se realizó en la unidad educativa del sector. Allí estudian los niños, de entre 10 y 6 años, que llevan el mismo apellido de Roberto y serían sus hijos-nietos.

Ella recordó que tanto la esposa como las hijas del acusado estuvieron presentes, pero ninguna emitió palabra. “Nosotros esperábamos que se atrevieran a contar lo que (supuestamente) les ocurría”, dijo la mujer, de 35 años, que mira a lo lejos a la hija-nieta del sospechoso.

“Es ella”, apunta la moradora, levantando las cejas y estirando los labios, a una adolescente delgada y bajita, que sale con un recién nacido en brazos del dispensario médico del lugar.

Carmen (nombre protegido) dio a luz a su hijo, quien al mismo tiempo es su tío y su hermano, el pasado 23 de julio. La boca del recién nacido se aferra hambrienta al seno izquierdo de la chica, quien camina, sin mirar a nadie, directo a su casa.

En el patio de tierra, donde revolotean decenas de gallinas y cuatro perros, está Mauricio, el mayor de los siete hijos que Roberto tuvo con su cónyuge. Cuatro hombres y tres mujeres, detalla el muchacho, de 31 años.

“Lo que ustedes (los medios de comunicación) publican es una vergüenza. Todo el mundo se nos burla, en las redes sociales, por lo que salió en los periódicos”, empieza a quejarse sobre la noticia que se difundió tras el arresto de su progenitor.

No habla de violaciones, ni de abusos, ni de denuncias. Solo apunta a describir a su padre como un hombre “trabajador y cariñoso”, que estaba empezando a construir una vivienda para ellos, pero todo se quedó estancado tras su detención. Parece ajeno a todo lo que, según la denuncia, supuestamente hizo.

Por eso, no solo él, sino también sus demás parientes, entre ellos las hijas, lo visitan los domingos en el Centro de Rehabilitación Social de Machala.


¿Cómo prevenir el abuso?

La organización Ecuador dice no más y Unicef prepararon las siguientes recomendaciones:

1. Abrace y demuestre cariño a sus hijos todos los días. Pregúnteles cómo les fue.

2. Escúchelos con atención y respeto.

3. No reaccione de forma violenta cuando le cuenten que algo grave o vergonzoso les ha pasado.

4. Enseñe a sus hijos a expresar sus sentimientos.

5. Pida que le cuenten cómo se sienten y pregunte por qué; asegúreles que está bien llorar o sentirse tristes, y que siempre estará ahí para escucharlos.

6. No los obligue a besar o abrazar a nadie si ellos no quieren. Edúquelos para ser amables sin necesidad de tener contacto físico obligatorio.

7. Enséñeles a cuidar de su cuerpo y su higiene personal desde temprana edad. Así no tendrán que recurrir a nadie.

8. Evite dejarlos solos y observe cuidadosamente cómo los tratan otros adultos.

9. Pregunte en la escuela de sus hijos qué medidas están tomando para prevenir el abuso sexual.

10. Evite dejar a solas y sin observación a sus hijos, sea con adultos o con otros niños.


Gelitza

El reportaje fue publicado en la edición impresa y digital de Diario EXTRA el 26 de agosto de 2018. 

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