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Vende placer a los 60

Foto: Lino Morejón, publicada en Diario Centro.
"Ni por más que uno se maquille, las arrugas no se pueden esconder", dice con una expresión de resignación, mientras se lleva las manos a su rostro.
Tiene 60 años, su piel lo confirma. Pecas, arrugas y manchas están meticulosamente cubiertas de polvo compacto, rubor, sombras de colores vivos y lápiz labial rojísimo.

Debe abusar del maquillaje para tratar de verse más linda, más joven, más llamativa. Su físico le da de comer, su cuerpo es su única herramienta de trabajo.

Es trabajadora sexual, y lo ha sido desde los 14 años.

Cierra sus pequeños ojos cargados de rimel y de tristeza, tratando de recordar lo que la llevó a profesionalizarse en el mundo del sexo a cambio de dinero.

Los abre y cuenta lo que ocurrió hace 46 años, en aquel "salón" al que la llevó su novio.

"Mijita usted va a servir cervecitas y ser amable con los clientes", le dijo aquel hombre con el que convivió dos años.

"Él me botó a esta vida", cuenta.

En ese tiempo, cuando las curvas de su cuerpo despertaban envidia, la "ocupaban" de 20 a 25 clientes diarios. Ahora camina a paso lento en los bajos del Municipio de Santo Domingo, tratando de menearse y lucir provocativa a ver si al menos uno la busca y "aunque sea sacar para el almuerzo".

Sus 60 años no son una buena carta de presentación. Llega temprano a su lugar de trabajo, pero rara vez logra tener un cliente, los fines de semana son dos, o con suerte tres.

Un caballero se acerca, mucho mayor que ella. Saca un par de billetes de un dólar y hace una proposición. A pesar de que esa no es la tarifa de sus servicios, (y que ese sería su único cliente del día) lo piensa, pero no, no accede. Otro "usuario" que se va.

Todas las mesalinas que se pasean en los bajos del municipio cobran aproximadamente ocho dólares por "punto".

Ella no puede darse el lujo de pedir esa tarifa. "Nadie quiere pagar eso por alguien de mi edad", dice.

A pesar de eso, menciona que los hombres jóvenes son los que más la buscan, porque "saben que yo los trato bien, los años me han dado mucha experiencia". sonríe.
 
Agacha la mirada, observa sus manos y con una de ellas acaricia una cicatriz.


"¿Si ve? me quisieron matar con un picahielos. Esta de acá fue un cuchillo".

Tiene más cicatrices, pero se detiene. Al parecer, al enumerarlas, las heridas vuelven a doler.

Su casi medio siglo en el mundo de la prostitución le ha dejado muchas experiencias, que ahora sólo recuerda porque le quedaron esas marcas.

De repente, una sonrisa en su rostro indica que también guarda recuerdos gratos.

Escondido entre las miles de caricias que dio, encontró el amor en cuatro ocasiones.

Se enamoró de su primer cliente a la edad de 22 años.

Tal vez es verdad que el amor lo puede todo, porque la sacó de esas habitaciones de alquiler y, convertida en toda una ama de casa, su novio le compró una casita en el campo.

Vivió feliz por poco tiempo. A pesar que el amor de su vida aceptaba su pasado, los hijos de él, no.

"Lograron separarnos y no me quedó más que volver a esto, yo no sabía hacer nada más", relata.

De sus otros enamorados prefiere no hablar. Se despide, es mediodía y su jornada ya terminó. Desde hace poco optó por lavar ropa ajena en las tardes, porque con el "otro negocio me muero de hambre", ríe y se aleja sin un centavo en su cartera.

Esperará al siguiente día. Buscará en el maquillaje, a ver si en ellos encuentra esos años que ya pasaron.

Seguirá gastando las suelas de sus tacones, no tan altos porque ya le duelen las piernas. Le guiñará un ojo a los caballeros y a la suerte, y tratará de llenar sus bolsillos con aquel trabajo, que con cada año que pasa, le deja las manos y la cama vacías.
 
 
Gelitza
 
 
Esta crónica fue publicada el viernes 15 de noviembre del 2013 en la edición impresa y digital de Diario Centro, de Santo Domingo de los Tsáchilas.
 
 


Comentarios

  1. Estimada Gelicita. Tu relato me llegó y conmovió mi alma marchita; a veces estas personas son incomprendidas, hice trabajos con adictos y sé como sufren. Claro no todos, recordé un tui al ver unos labios pintados como ataque de labiales hace unos días. Un abrazo niña hermosa.

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  2. Muchas gracias Wilson, cada persona acarrea una historia fantástica. Abrazos multiplicados para usted también.

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  3. QUE TE DIRE..AMIGA MIA...COMO SIEMPRE..TE PASTES

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